La Hermandad de Emigrantes realizó ayer su tradicional ofrenda floral a la Virgen de la Cinta, Patrona de Huelva, y llenó el santuario del Conquero del sabor de la víspera de la romería del Rocío.
Aún no eran las doce del mediodía cuando comenzaron los sones de la flauta y el tamboril. Era el anuncio para la partida de la comitiva de Emigrantes que se había congregado previamente en la casa diocesana Virgen de la Cinta. El sonido envolvió todo el santuario y acompañó el caminar de los rocieros de la hermandad filial. Así, iba a cumplir con su tradición de abrir el camino que la conducirá el próximo mes de junio hasta la Blanca Paloma, en la aldea almonteña. Lo hacía en el santuario de la Virgen Chiquita con una multitudinaria ofrenda floral.
El grupo de tamborileros abría la comitiva para realizar el pequeño recorrido que va desde la casa diocesana hasta el altar del templo de la Cinta. Entre canastos de flores y el Simpecado de la Concha Peregrina caminaban los miembros de la nueva junta directiva con su presidenta, Belén Requena, a la cabeza. Algunas niñas estaban ataviadas con el traje de gitana y los niños iban de corto. Eran los más pequeños del grupo.
A las puertas de la plaza de los Capellanes les esperaba la junta de gobierno de la Hermandad de la Cinta, presidida por su hermano mayor, Manuel Roméu, y el estandarte de la institución capitalina.
Uno de los momentos más emotivo fue precisamente el encuentro de las dos hermandades en la explanada para dar la bienvenida a los rocieros de Emigrantes. Después, las dos juntas de gobierno se dirigieron al interior del templo, mientras repicaban las campanas en señal de júbilo.
En el patio del santuario les esperaba ya el grupo de tamborileros que le hicieron un pasillo para acceder al interior del santuario, mientras los romeros comenzaban a depositar las ofrendas de flores y varios canastos de alimentos no perecederos para entregar a los más necesitados en el altar.
De frente al altar, en el lado derecho fue colocado el estandarte de la hermandad cintera y justo a su lado el Simpecado de Emigrantes, no sin antes hacer una reverencia a la Patrona de los onubenses, entre los aplausos de los asistentes y los cánticos del Coro de Emigrantes, lo que dio paso a la celebración de la misa que ofició el cura José Manuel Barral.
Previamente, una hermana rociera dirigió unas palabras a los asistentes y se refirió a este acto tradicional del 1 de mayo, en esta ocasión como algo especial al tratarse del primero que realiza la nueva junta de gobierno. Ésta expresó la ilusión y el cariño de todos los miembros por postrarse a las plantas de la Cinta, un acto de los varios que hará la hermandad este mes de mayo a la Virgen en sus distintas advocaciones, actos como rosarios, misas y exaltaciones, entre otras.
Los rocieros de Emigrantes se hacían así de nuevo cinteros, según Barral, y la Virgen de la Cinta y la del Roció juntaban de esta forma los caminos.
Durante el acto le fue impuesta la medalla de honor de esta corporación al subdelegado del Gobierno en Huelva, Enrique Pérez Vigueras.
La jornada concluyó con un tiempo de confraternidad en la casa hermandad de Emigrantes, a la espera de vivir el próximo acto rociero.
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